El economista e investigador Ricardo Aronskind brindó una charla, en el local del Partido Comunista de Villa Crespo, sobre “Las grietas en el régimen de dominación social argentino”. La conversación contó con la presencia y participación de Ariel Elger, candidato a senador nacional por la Ciudad de Buenos Aires, y de Jorge Kreyness, secretario general del PCA.
El viernes pasado en el local del Partido Comunista ubicado en el barrio porteño de Villa Crespo se llevó a cabo la charla “Las grietas en el régimen de dominación social argentino”, a cargo de Ricardo Aronskind, economista, magíster en Relaciones Internacionales por FLACSO e investigador de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS).
En la presentación, Ariel Elger —secretario político del PC de la Ciudad y candidato a senador nacional en las elecciones del próximo 26 de octubre— manifestó que “propiciamos esta conversación en una coyuntura muy particular”. Sin embargo, aclaró que “nos interesa señalar que este tipo de actividades van más allá de las elecciones, son para nosotros una oportunidad para discutir nuestras ideas y propuestas programáticas”. El dirigente comunista señaló que “desde la dirección nacional del Partido consideramos que estamos ante una nueva fase de la política neocolonial de Milei”, caracterizada por “la profundización de las políticas de entrega y servilismo ante el imperialismo estadounidense, ante un imperio en decadencia y por eso altamente voraz y peligroso”. En ese sentido, denunció los movimientos de tropas de Estados Unidos en América Latina y calificó como una ofensa a la soberanía nacional la autorización, por decreto, para que marines norteamericanos ingresaran al país para realizar maniobras militares. Adicionalmente, en un mundo de guerra y disputas geopolíticas en el ámbito del comercio internacional, lamentó que “nuestro país, por voluntad del gobierno nacional, haya decidido aliarse con el Estado genocida de Israel y con la potencia económica en declive”.
Elger afirmó que “en este contexto, el equipo económico está negociando un nuevo programa de endeudamiento, esta vez con el tesoro de Estados Unidos”. Remarcó que lo hace “de espaldas al pueblo, sin poner sobre la mesa las condiciones de negociación”. Luego, explicó que “en verdad no lo hace público porque lo que se está llevando a cabo no es una negociación sino una acción de sometimiento”. Por ello hizo un llamado a estar alertas dado que “sabemos que uno de los objetivos del gobierno de Estados Unidos es la instalación de una base militar en Tierra del Fuego, como así también el acceso y la administración de nuestros recursos naturales”.
A su turno, luego del puntapié propiciado por Elger para la conversación, Aronskind comenzó diciendo que “el título de la actividad parte de la necesidad de establecer un diagnóstico realista sobre lo que sucede en nuestro país”. Llamó la atención al mencionar que “a veces, los diagnósticos realistas son deprimentes”, pero afirmó que “la idea no es generar desazón sino establecer un análisis correcto de la realidad que nos permita establecer perspectivas para una posible superación”. Por esta razón, sentenció: “nos interesa identificar las grietas en el sistema de dominación por las que se puedan filtrar verdaderas alternativas”.
Aronskind comenzó su evaluación planteando que “la democracia argentina tiene que ser discutida porque tiene muchísimos problemas”. Señaló que uno de sus problemas constitutivos se remonta a su nacimiento, durante el período de la transición a la democracia en los años ochenta del siglo XX, “cuando se sienta en el banquillo de los acusados a los militares —es decir al personal político de la dictadura— pero se garantiza la impunidad de los grandes empresarios argentinos, que fueron los verdaderos promotores del terrorismo de Estado”. Desde ese momento, según el economista, “se instaló en la sociedad argentina la idea de que el problema son los políticos, mientras que los agentes económicos no son cuestionados”.
En su recorrido por la historia reciente del régimen de dominación, recordó que “fue un gobierno peronista, el de Carlos Menem en la década del noventa, el que destruyó el Estado productor argentino, ese Estado que había sido la locomotora del crecimiento y desarrollo tecnológico e industrial del país”. Aronskind recordó que una característica del menemismo fue que “durante años concentró en sus manos todo el poder y supo aglutinar los intereses de las fracciones de la clase dominante, con una hegemonía ideológica muy impresionante”. No obstante, remarcó que lo singular de esta experiencia es que “a pesar de haber contado con todo ese poder y apoyo, el modelo económico desembocó en una catástrofe política y social como la del 2001 y 2002”.
Ahora bien, respecto a las grietas del régimen social de dominación, Aronskind señaló que una de ellas reside en que “lo que se llama programa económico de la derecha no es más que una sumatoria de demandas realizadas por grupos distintos de las clases dominantes, que persiguen intereses distintos y hasta contradictorios”. Si bien remarcó que “es cierto que se abroquelan contra los intereses populares, no se trata de un grupo homogéneo, sino de un sector social con diferencias y enfrentamientos”. Por lo tanto, argumentó que “la derecha en Argentina no tiene un programa económico sino un menú de políticas económicas, que en determinadas circunstancias colisionan y llevan al fracaso a gobiernos que representan sus intereses”. Así las cosas, recordó que Martínez de Hoz o el menemismo son ejemplos claros de estas contradicciones: a pesar de todo el poder que reunieron, sus experiencias desembocaron en importantes crisis económicas y sociales, con corridas cambiarias y bancarias que precipitaron sus caídas.
Pese a estas contradicciones, los intereses de la derecha terminan por imponerse en las últimas décadas de historia argentina. Por ello, Aronskind puntualizó que, “más allá de los dirigentes de turno, el gran desafío del movimiento popular es constituirse en un sujeto colectivo con autonomía de los dirigentes de turno”.
En su análisis, el economista valoró el proceso político del kirchnerismo, señalando que se hicieron avances importantes, “uno de ellos fue deshacerse del Fondo Monetario Internacional”. Pero enseguida recordó que luego, durante el gobierno de Macri, el FMI retornó al país. En ese sentido, puntualizó que “el problema que tenemos no es el FMI, sino los grupos económicos locales que tienen una alianza estratégica con el Fondo, entonces el FMI se convierte en un actor político local”. Por ello, explicó que “el problema no es el Fondo, sino Macri que lo trae en cada oportunidad”.
En este largo derrotero, que incluye una incapacidad por parte del campo popular para constituirse como un sujeto colectivo de transformación social, “ha tenido lugar un proceso muy impresionante de lumpenización de las clases dominantes argentinas”. Para Aronskind, “solo así se explica que Milei sea el presidente del país”. Esta dinámica de degradación de los grupos económicos se hace patente, explicó, al apoyar a un presidente que promueve “un modelo económico que no tiene pies ni cabeza, que hace que se fundan y que endeuda al país”. Finalizó señalando que solo “desde una perspectiva neocolonial tiene sentido el gobierno de Milei”. En la conversación, hubo coincidencia entonces en la necesidad de que el campo popular se constituya en el agente de cambio político y económico en el país, en torno a un programa de liberación nacional y social.