“Esto no acaba con la sanción de la Ley de Emergencia Pediátrica, porque hay que ver qué pasa cuando la reglamenten”, advirtió el técnico auxiliar en anatomía patológica del Garrahan, Víctor Pichihua, y recalcó que el nosocomio “posee recursos porque tiene superávit, pero esto no se ve reflejado en los salarios ni en mejoras para la atención para la comunidad”.
Se prevé que el jueves 2 de octubre el Senado se reúna para decidir si quedan sin efecto los vetos de Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario y a la Ley de Emergencia Pediátrica, que ayer fueron rechazados por una abrumadora mayoría por la Cámara Baja. El correlato de lo sucedido en el recinto fue una explosión de algarabía que, desde la Plaza del Congreso, se multiplicó en decenas de plazas y calles de todo el país en donde la lucha de la comunidad universitaria y, fundamentalmente, la de los trabajadores del Garrahan, generó lazos de particular empatía y adhesión.
“Y al que no guste se jode…universidad de los trabajadores” se escuchó resonar en las inmediaciones del Palacio Legislativo en una expresión que también aludió a la salud pública que fue defendida por sus propios trabajadores. “Todo este proceso fue agotador pero deja un balance positivo y buenas expectativas para el futuro”, destacó Víctor Pichihua, quien es técnico auxiliar en anatomía patológica en el Hospital Garrahan y resaltó la importancia de la convocatoria que rodeó al Congreso, que se sumó “a todos estos meses que venimos sosteniéndonos en pie de lucha” y aunque todavía no está dicha la última palabra respecto a la Ley de Emergencia Pediátrica, “se pudo dar un gran paso en este camino que, como sabíamos desde un principio, iba a ser largo y difícil porque por cada paso adelante se retrocedía uno, pero eso no modificó nuestra voluntad de luchar, porque siempre supimos que no nos podíamos quedar de brazos cruzados sin hacer nada mientras nos comen el salario y empeoran las condiciones para los pacientes”.
Así las cosas, Pichihua destacó en que pese a que fueron largos meses de lucha, “esto no acaba con la sanción favorable de la Ley de Emergencia Pediátrica, porque hay que ver qué pasa cuando la reglamenten” ya que, remarcó, “recursos hay porque el hospital tiene superávit pero esto no se ve reflejado en los salarios ni en mejoras para la atención que se debe garantizar para la comunidad”.
Tras lo que celebró que lo sucedido ayer “fue positivo”, tal como lo fue “que se vayan sumando compañeros que quizás al principio dudaban en participar”. Es que este proceso de lucha de los trabajadores del Garrahan, trascendió los límites del nosocomio para poner en la superficie la necesidad de hablar sobre qué tipo de sistema de salud pública necesita el país, pero también con quiénes, para quiénes y con qué recursos.
“Muchos profesionales ya optaron por seguir otros rumbos, porque se nos niegan las condiciones mínimas dentro del sistema público, porque estamos recargados de trabajo y no llegamos a fin de mes, lo que es muy frustrante”, advirtió Pichuhua aportando un dato que habla con elocuencia acerca de la grave situación que atraviesa el sistema de salud público, universal y gratuito.
Tras lo que fue contundente cuando sostuvo que “queremos un sistema de salud y, fundamentalmente, un Hospital Garrahan que funcione bien para todos los chicos del país”, pero también “pretendemos poder desarrollarnos como profesionales dentro de ese sistema, porque una cosa va de la mano de la otra”. Y, sin dudarlo, remarcó que “eso es indispensable para poder cumplir nuestra labor que prioriza a los pibes, porque no queremos un hospital que acabe siendo sólo para los privilegiados, por el contrario el Garrahan debe ser grande y cada vez tiene que alcanzar a más sectores y se debe complejizar más en técnica y tecnología, y en áreas de trabajo, como para poder llevar a cabo la labor que tenemos que es cuidar de las infancias, que es nuestra vocación”.